La Noche de Reyes o también conocida como “Desfile de Reyes” es la noche en la que los niños esperan que los Reyes les traigan regalos de Navidad si se han portado bien durante el año. No hace muchos años que los niños y niñas enseñaban sus faroles marcando el camino por el que tuvieron que pasar Sus Majestades los Reyes de Oriente. Me pareció una tradición muy linda, que sumada a la cara de sorpresa y emoción del sinvergüenza hizo brillar aún más la noche más mágica del año. Esta costumbre se conserva desde un vestigio antiguo, cuando los niños salían al bosque o a la playa a hacer señales luminosas con el objetivo de indicar el camino a los Reyes para que no se perdieran. La luz de los faroles también simula la estela de la estrella que marcó el punto de nacimiento del niño Jesús. 

En los últimos años esta costumbre ha ido perdiendo fuerza y, en los lugares donde aún se mantienen la Desfile de Reyes y faroles estos han sufrido una comercialización extrema confeccionándose todo tipo de carrozas ajenas a la festividad y faroles prefabricados de todo tipo de dibujos y formas. Se ha perdido la belleza que otorgaba fabricar tu propio farol y lucirlo esa noche, se ha perdido el tiempo dedicado a crear un diseño personal y propio dejando volar la creatividad de niños y mayores, la dedicación del tiempo y cariño a un elemento personal… 

Así pues se pretende volver a valorar esos momentos familiares previos a la desfile de Reyes donde los lápices de colores y las tijeras son los protagonistas de la mesa del comedor conquistada por todas las ideas de farolillos. Una bolsa de cartón, reciclada de cualquiera de las compras anteriores es la base en la que todo está permitido y no tiene límites (pintar, dibujar, cortar, pegar, doblar…). Éste actuará a la vez de pantalla de la luz interior y de contenedor para recoger los dulces que regalan los Reyes de Oriente al pasar. Dejar volar la creatividad y ofrecer a todos la posibilidad de tener el mejor farol de todos, el suyo.