Ubicadas en el centro pasaje Franquet, se opta por un espacio estrecho y accesible por ambos lados pero de obligatoriedad de paso alrededor de la actuación haciendo que el espectador interactúe con la obra. Por un lado, el vacío, un vacío en el espacio que cautiva el cuerpo y la mente sintiéndose atraído por éste como si tuviera gravedad, esa fragilidad e inseguridad impidiendo ver la realidad con claridad. Esta oscuridad se superpone a la luz, donde jugando con la perspectiva se crea un efecto «eclíptico». 

La instalación invita al usuario a aproximarse y darse cuenta de que lo que ve no es un simple círculo una figura con dos dimensiones, sino una esfera, y que la luz que se aprecia inicialmente desde el vacío, no es la luz ambiental sino una segunda esfera, que emite una luz calida que lo abraza y cautiva todo a excepción del vacío. Así pues, se logra una dualidad a partir de una intervención. Un doble juego de significado y flexibilidad interpretativa que busca la interacción del usuario con su entorno.